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El acuerdo de Paulo Londra tras un debate que lo pone contra las cuerdas

La disponibilidad física y emocional de las mujeres en torno a la crianza de los hijos e hijas comienza a visibilizarse a partir de la mediatización de casos donde se evidencia una desigualdad entre los progenitores. Las tareas de cuidado comienzan a reconocerse como un trabajo no remunerado.

La polémica entre Paulo Londra y su expareja, Rocío Moreno, por el monto que ofreció para la manutención de sus pequeñas hijas parece haber llegado a su fin luego de conocerse que hubo acuerdo económico entre las partes. Hace unos días las redes sociales colapsaron con los comentarios sobre la cifra que había ofrecido el joven músico, sin embargo, surgió un aspecto esencial relacionado a la responsabilidad y carga de quien se ocupa de los cuidados diarios de los hijos e hijas.

Más allá de los prejuicios existentes en torno al monto que había ofrecido el joven cantante y los señalamientos que se hicieron a su ex pareja, surge una visión integral que incorpora una serie de aspectos relacionados no sólo con los gastos que derivan de la vida cotidiana sino el aspecto afectivo y la disponibilidad para los cuidados que absorbe de forma exclusiva la madre o quien tiene la tenencia de los hijos.

En ese sentido, toma relevancia el poco reconocimiento de las tareas de cuidado de quien se queda con la tenencia de los hijos o hijas, así como también las dificultades que atraviesan las madres que se dedican full time a la crianza de los niños perdiendo posibilidades de inserción laboral, crecimiento profesional y patrimonial. Tal es el caso de Rocío Moreno, quien abandonó sus estudios en el 2019 para acompañar al artista y hacerse cargo de los cuidados de su primogénita.

La pareja se separó cuando la joven estaba embarazada de su segunda hija y según testimonios del entorno de Rocío Moreno, el cuidado personal de las niñas estaría exclusivamente a cargo de la madre.

"Por la carrera que tiene Londra, que ojala sea eterna, obviamente la que va a tener que ocupar un rol fundamental en la educación y cuidado de las niñas es Rocío. Así que respetar los derechos de la mujer en los cuales tiene que dejar de lado sus actividades propias por el cuidado de los chicos, me parece que fue bien visto por Londra y se dio cuenta que había que firmar", destacó la abogada Ana Rosenfeld al ser consultada cuando abandonaba los Tribunales de Familia de Córdoba luego de la audiencia donde la ex pareja acordó las condiciones de manutención.

Cuando los progenitores se separan, la cuota alimentaria es una condición necesaria que garantiza que hijos e hijas tengan todo lo necesario para cubrir las necesidades relacionadas a alimento, vestimenta, salud, escolaridad, esparcimiento y todos los gastos relacionados a la vida cotidiana.

Las obligaciones alimentarias y de cuidados son de ambos padres aunque el cuidado personal diario pueda estar a cargo de uno de ellos, igualmente ambos progenitores tienen la obligación de comprometerse y participar de la crianza. No obstante, según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el 85% de los hogares monoparentales en la Argentina está a cargo de una mujer y solo 1 de 4 mujeres madres que no conviven con el otro progenitor percibe la cuota alimentaria.

Derribando prejuicios

La feminización de actividades asociadas a las tareas de cuidado, sumado a la falta de reparto equitativo al interior de los hogares y la creciente demanda del sistema de cuidados, son interpretadas como variables que inciden de forma directa en el acceso restringido de las mujeres al mercado laboral y como consecuencia, de su independencia económica.

Las mujeres sufren una mayor precarización laboral y una menor participación en el mercado laboral ya que son las que se ocupan mayormente de las tareas domésticas y de cuidado. En Argentina, la brecha de género llega al 28% a lo que se suma la distribución desigual de las tareas de cuidado que no incluyen de manera exclusiva a los hijos e hijas sino que, en ocasiones, se refieren a una asistencia de personas mayores o que tienen una limitación para desenvolverse de forma individual.

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Las tareas de cuidado que realizan las personas ajenas al núcleo familiar tienen un reconocimiento económico que no es percibido por las abuelas, madres, tías o hermanas que invierten su tiempo para brindar asistencia a otros. El trabajo de cuidado es invisibilizado y la permanencia o disponibilidad de la mujer (madre-abuela) se naturaliza de tal manera que cuando se observa una "falta" en el rol que "deberían cumplir", inmediatamente son señaladas e incluso cuestionadas.

Ese trabajo no remunerado se va abriendo paso en una sociedad que comienza a cuestionarse prácticas históricamente aceptadas. Los cambios se evidencian a partir de los debates que se abren en redes sociales cuyas referentes toman visibilidad y posibilitan discusiones que cada vez interpelan a una mayor cantidad de mujeres que ven reflejada su cotidianeidad en esas historias.

FUENTE: MDZ

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