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Una imagen vale más que mil palabras

Mientras otras provincias avanzan en el control y erradicación de los basurales a cielo abierto mediante políticas firmes, en Jujuy los residuos se siguen acumulando en toneladas. Chanchillos y finca El Pongo dos postales de un problema de larga data que sigue ganando terreno.

Los basurales son un problema que no ha hecho más que agravarse en las últimas décadas producto de la falta de políticas fuertes por parte del Estado provincial.

En 2017, el Ministerio de Ambiente informaba de un relevamiento de 400 basurales a cielo abierto distribuidos por toda la provincia. A la fecha, esa cifra se ha incrementado considerablemente.

El problema ya no se limita a las zonas alejadas, rutas y caminos, ha crecido a tal punto que en muchos barrios urbanos los vecinos conviven con los olores nauseabundos, las alimañas y las enfermedades provenientes de microbasurales instalados a metros de sus viviendas.

En los comienzos de su gestión, el gobierno de Morales impulsó la puesta en marcha del Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) que aseguraban, sería la solución al tema.

Lo que sí se sabe es que se aprobó un endeudamiento por 120 millones de dólares para su implementación, aunque a más de tres años de gestión, GIRSU se ha consolidado sólo en el aspecto teórico.

Educar, concientizar y capacitar a la población en nuevas formas de manejo de los residuos sólidos domiciliarios, fue algo que se cumplió en pequeña medida pero la mejora de los sistemas de recolección, saneamiento y ordenamiento, así como una gestión innovadora en el tratamiento de los residuos sólidos domiciliarios, sigue siendo una deuda pendiente.

La experiencia de otros lugares

En Mar del Plata arrojar residuos configura, al igual que en Jujuy, una la violación de ordenanzas municipales, y de leyes provinciales que regulan la gestión de residuos urbanos. Es, técnicamente, una contravención y no un delito.

La ley provincial obligó a cada municipio de la provincia a presentar un Programa de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos, y requierió la elaboración de una propuesta ante la Autoridad Ambiental Provincial, indicando la caracterización de cada etapa que conforma la gestión de residuos, como son la generación, disposición inicial, recolección, transporte, almacenamiento, tratamiento, valoración y disposición final.

También, dentro del programa de tratamiento integral, se incluyeron acciones de difusión y educación, a fin de lograr la participación activa de la comunidad.

En cuanto a los llamados basurales a cielo abierto, estos programas que presentaron los municipios tuvieron como objetivos erradicar la práctica del arrojo en vía pública e impedir el establecimiento de nuevos basurales a cielo abierto en sus respectivas jurisdicciones.

Por eso, las autoridades municipales estuvieron obligadas a clausurar dichos basurales, conforme a los principios establecidos en la Ley Nacional N° 25.675.

San Vicente (Provincia de Buenos Aires)

El predio de San Vicente en el que antes estaba emplazado el mayor basural a cielo abierto del Gran Buenos Aires es, ahora, un gran pastizal encerrado por un alambrado. Allí se acumularon grandes cantidades de residuos durante más de una década. 

En junio de 2017, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) informó que en el segundo semestre sanearía cuatro basurales: los de San Vicente, Balcarce, Junín y Azul.  Programaba para 2018 el cierre de entre ocho y doce más, no identificados.

Ahora, las toneladas de residuos domésticos que generan los vecinos de ese distrito van a parar al Eco Punto, un predio situado a 13 kilómetros del centro en el que las quince personas que integran la Cooperativa La Familia se encargan de seleccionar lo reciclable y desechar el resto, que va a la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse).

Junín y Balcarce

En tanto, los basurales a cielo abierto que había en Junín y Balcarce también llevaban muchos años allí, contaminando el ambiente. Lo mismo ocurría con el de Azul, donde se construyó un relleno sanitario para tratar los residuos. Además, se eliminó el basural de Ranchos (partido de General Paz), que tenía 28 hectáreas y 20 años de antigüedad.

Hoy esos municipios realizan una nueva gestión de sus residuos sólidos urbanos, con plantas de separación y disposición en rellenos sanitarios.

En el caso de la isla Martín García, todos los meses la Ceamse manda un barco en el que se traen los residuos y se disponen en el Relleno Sanitario Norte III, en el Camino del Buen Ayre.

Por un acuerdo con la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), la Ceamse realizó también el trabajo de ingeniería y saneamiento para el cierre de los basurales de Marcos Paz y Cañuelas. Y por un convenio con el municipio de

Las Heras cerraron el basural de esa ciudad. Ni Marcos Paz ni Las Heras estaban incluidos en ese listado original de 2017 de basurales que el OPDS se proponía sanear.

Hace un año, por intermedio de un convenio con la intendencia de Mar del Plata, la Ceamse se hizo cargo del saneamiento del histórico basural de esa ciudad balnearia. No se trataba de un basural a cielo abierto, sino de un desborde del relleno mal administrado.

Ese trabajo aún no está terminado, pero sus técnicos buscan que se convierta en un complejo ambiental con las máximas normas de seguridad medioambientales, que se eliminen la contaminación del suelo y las napas hídricas y que se produzca el reciclado a través de la separación de los residuos en las plantas sociales.

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