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Purmamarca, ciudad del desierto

Continuamos recorriendo Jujuy y esta vez llegamos hasta la bella Purmamarca, uno de los lugares elegidos por visitantes de todo el mundo. Su nombre proviene de la voz aimara y significa literalmente "ciudad del desierto", pero desierto en dicha lengua significa también la tierra inculta, no tocada por la mano humana, de allí que la traducción más adecuada sea  "pueblo de la Tierra Virgen".

Nuestro siguiente circuito turístico es uno de los más representativos en la provincia, siendo un destino elegido de forma casi unánime si haces un viaje  por la Quebrada, ya que el mismo es un pueblo  pintoresco que además cuenta con paisajes únicos en el mundo, el Cerro de los 7 Colores y el tradicional paseo por Los Colorados. Se destaca su construcción arquitectónica colonial y las imponentes formaciones geológicas que la envuelven, convirtiéndola en una de las postales más buscadas por los jujeños y los  visitantes de todo el mundo durante todo el año. Bienvenidos a la bella Purmamarca.

Purmamarca es una localidad del departamento de Tumbaya y se encuentra a 65 Km de San Salvador de Jujuy a poco más de 2000 msnm, tomamos la RN N°9 y nos desviamos por la RN N°52, en esta intersección  ingresamos a Purmamarca. Cabe mencionar que este poblado es el punto de partida para lugares de una gran belleza como ser, la Cuesta de Lipán, Las Salinas Grandes y  los pueblos de la Comunidad Espejo de Sal, los cuales pertenecen a la zona de la Puna Jujeña y se encuentran en las cercanías de la imponente Laguna de Guayatayoc. Ubicada entonces sobre la RN N°52, Purmamarca es un paso obligatorio también para llegar hasta el Paso de Jama, es decir  la frontera Argentina-Chile.

Llegada al pueblo se me hace necesaria una caminata recreativa por sus calles; estrechas y empedradas puedo observar una edificación de época en donde se destaca la piedra y los muros anchos, coronados con techos de madera de cardón. En la actualidad la expropiación  de este noble material está prohibida ya que atenta a la conservación de la especie y se intenta evitar la deforestación desmesurada de los cardones.

Las paradas obligatorias son la plaza principal, el algarrobo histórico, la Iglesia y el cabildo más pequeño de todo el país. El color tierra de la mayoría de sus construcciones contrasta de forma inminente con el colorido de las artesanías de autor, las mismas  ornamentan las entradas de los comercios. Están también  quienes se ubican rodeando la plaza, encontrando aquí su espacio de trabajo con productos industrializados. Si de artesanías y de recuerdos se trata hay para todos los gustos y todos bolsillos.

Luego de contemplar desde la Iglesia la tonalidad de la paleta que dibuja pictóricamente el Cerro de los 7 Colores, podemos preparar unos mates o cargar agua, colocarnos protector solar de ser necesario y prepararnos para realizar el paseo a Los Colorados, como su nombre nos permite interpretar, el mismo es un circuito colosal que se caracteriza por sus cerros cobrizos, rojizos o colorados, es un trayecto de 3 km y sin ninguna  dificultad  podemos transitarlo caminando o en vehículo.

Desde este lugar podremos obtener la mejor toma fotográfica  tanto del pueblo como de la vista panorámica que nos circunda a 360°. La intensidad y sonido del Huaira, en palabra quechua viento, nos acompañara en todo el trayecto.

El destino se encuentra habilitado y es de entrada libre y gratuita. No ensucies, no contamines, no destruyas.

Al caer la tarde, el sol se esconde lentamente entre los cerros, su pigmento cambia y  el crepúsculo nos invita al resguardo de alguna peña, algún bar o lugar de encuentro para compartir y acompañar nuestra noche con la gastronomía que el lugar ofrece.

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