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Travesía de la mujer - poeta

 

ALFONSINA STORNI

 

Sus poemas son un reflejo de la vida, de una mujer atormentada por el amor y por las limitaciones sociales…

 

En este mes en que recordamos la lucha de las mujeres por el trabajo digno, por la libertad y consideración al género, por su carisma y significación del ser mujer, queremos dedicar esta página a las mujeres poetas, a las letras que hablan de ellas.

Mujer, Cántaro de la Vida. Memoria de la raza. Recordamos a una poeta que en la Argentina, durante el siglo XX, tuvo que luchar por la libertad literaria, por el derecho a expresar sus lirismo, su pasión. Hablamos de Alfonsina Storni.

Alfonsina supo trabajar con ahínco su poesía, a pesar del desdén con que fue mirada al comienzo de su obra. El mismo Borges expresó alguna vez: “Su voz era chillona y tenía aire de comadrita”, desde las páginas de Proa en 1925, en un tiempo en que la letras pertenecían a los campos del varón. Las poetas no debían hablar de amor, deseo, pasión. solo los varones. Eran mal miradas, y sobre todo madres solteras como lo era Alfonsina.

Ella supo oponer resistencia a ese estereotipo retórico y avanzar con su poesía, y lo hizo con pasión y valentía, con compromiso estético. Desde su lucha, se abre un camino poético para la mujer-poeta, como lo demostró años más tarde, Alejandra Pizarnik, y tantas otras mujeres. Había nacido en Sala Capriasca, Suiza, el 29 de mayo de 1892. Murió en Mar del Plata, Argentina, el 25 de octubre de 1938.

Nuestra admiración a una poeta misteriosa, esencial. Sus poemas son un reflejo de la vida, de una mujer atormentada por el amor y por las limitaciones sociales que se imponían a la mujer de su época, pero también de una poeta con mayúsculas como lo demuestra el siguiente poema:

 

 

EL DIVINO AMOR

Te ando buscando, amor que nunca llegas;
te ando buscando, amor que te mezquinas.
Me aguzo por saber si me adivinas;
me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,
se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarte, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,
que a veces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde.

Sálvame, amor, y con tus manos puras
trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.

 

de Irremediablemente, (1919-1920)

 

¡Gracias Alfonsina por tu poesía, te admiramos!

                                                                                                                      

 

Susana Quiroga

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