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Poemas de Rául Galán

 

Se me ha perdido una niña

En el fondo del jardín

 

2

Me iré llorando distancias,

muerto de silencio y duda,

a buscarme cuando niño

por un camino de brumas.

 

El muchacho en la pizarra

dos corazones dibuja;

y unas trenzas presumidas,

entre campánulas fugan.

 

Yo me llamaba Raúl,

hijo mío y ven criatura:

estaban tus manos, madre,

acariciando mi angustia.

 

¡Ay, de la falda y el trino

y esta nada tan profunda!

 

(...los azahares del silencio

mueren de amor por la luna).

 

De Se me ha perdido una niña, Ed. La Carpa, Tucumán, 1952.

 

**

 

Los poetas que se unieron en algún momento al grupo Ahora o nunca Jujuy, se inspiraron en este poema para su manifiesto. Así se llama AHORA o NUNCA!

 

 

¡AHORA o NUNCA, OH DUENDES!

 

La tierra de mi país se ha instalado en mis tuétanos,

es tierra enamorada.

Tierra de polen que arde en los polvaderales y en las

canciones de los copleros de mi pueblo.

 

Yo sé de guitarras preñadas a la siesta,

cuando se despereza el tierral redomón de los caminos

y se desangran bramando las montañas de piedra.

 

Recuerdo que los coyuyos llamaban a los guitarreros muertos

para una molienda de canciones,

mientras crujía en toneles y lagares

un grave vino azul, áspero al beso.

 

Al fin llegaba el carnaval

con sus estrellas de oro por las lomas calientes

y el colla bebía el vaho de la tierra

en la raíz oscura de sus erques.

 

Más allá de la Pucarita,

en la vieja casa espaciosa y serena,

Gramajo recontaba su rebaño de sombras

y nos invitaba a morir

llamándonos con aquella campana casi niña

gemela de la diáfana campana de la escuela.

 

También recuerdo al grillo

que cantaba su villancico en la ventana

junto a mis devotos zapatos del domingo,

alcancías de los reyes.

 

Esto fue en Jujuy

y hace ya muchos años.

También recuerdo a Salta, bien granada de amigos.

Todavía,

cuando digo Tucumán me duele el alma.

De Cuyo guardo sonrisas de muchachas

con pámpanos, y un vino

de uva y senos vírgenes.

 

El Paraná es ya mi camarada.

En el Chaco tengo una casa

con un fogón y un asombro de arriero en plena selva.

He clavado una azada en el sur, junto a la Pampa

y en Córdoba el viento me esparció por las sierras.

 

En fin, yo anduve por mi patria

Con el alma en las manos

y la sembré a voleo.

Reclamo mi cosecha de luz

el salario justo del poeta.

Devolvedme aquellos días, aquellos sueños,

aquellas primicias de la tierra.

¡Ahora o nunca, oh duendes!

 

 

Tarja, de Jujuy, Nros. 11-12

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