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Falleció el poeta y músico jujeño Álvaro Cormenzana

Tenía 64 años y se encontraba atravesando problemas de salud. Falleció anoche en un Hospital de Tucumán, provincia en donde son velados sus restos.

La música y las letras del NOA lloran la partida de Álvaro Cormenzana, quien falleció a los 64 años en la provincia de Tucumán, a causa de problemas de salud. 

Sus restos serán depedidos en la sala velatoria de la Empresa Flores, Junín 334, de San Miguel de Tucumán.

Álvaro Cormenzana, poeta, violinista, letrista de rock, nació en 1954 en San Salvador de Jujuy. Fue de los escritores más influyentes de su generación. 

Reynaldo Castro dijo alguna vez, cuando todavía no se había publicado ningún libro suyo, "Es importante destacar la influencia que ejerce Álvaro Cormenzana sobre los poetas que por aquellos años [a mediados de los setenta] se instalaban en Tucumán: Ernesto Aguirre, Pablo Baca y Alejandro Carrizo. Esta influencia se da por varios motivos, dos de ellos se notan claramente. El primero está señalado por la profundidad con que escribe Cormenzana; el segundo, por las distintas posiciones que él adopta frente a la vida y al hecho artístico. Más tarde, estas posiciones serán (re)transmitidas, de boca en boca, durante los distintos encuentros de escritores, configurando una imagen un tanto mítica del poeta. Los poemas de Álvaro Cormenzana son como una bomba de tiempo, el día que se editen sus libros van a estallar con tanta intensidad que los influenciados serán muchos más".

Fue en 2011, cuando 3 Ramones Editores sacó para el deleite, por primera vez la obra de Cormezana. 

Su huella sin duda será imborrable por la importante presencia que ha tenido en el ámbito de la cultura, a través de la literatura y la música. Hay que destacar que este último tiempo formó parte de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Tucumán como violinista. 

En las redes sociales los saludos de sus colegas y amigos se multiplican, coincidiendo en que ha sido una gran pérdida para los jujeños.

 

Años atrás Cormenzana escribía este Autorretrato:


Autorretrato o par lui-même.

Las dos valen, no digo que sirvan.
En una época mientras leía las cartas a Theo, que Van Gogh enviaba a su hermano, yo me dibujaba la mano con que sostenía el libro. Mi novia de entonces también lo hacía. Digo que dibujaba cosas mientras leía esas cartas.
En el 76 hice un dibujo que conservo. Dibujaba en el estilo de Picasso sin saber que ese hombre era el que mandaba en el mundo de la pintura. Era un tipo que huía despavorido corriendo sobre la palma de una mano enorme.
Estaba intentando autorretratos cuando murió mi padre. Luego del funeral, pinté un lienzo amarillo y puse un poco de azul directamente con el pomo de óleo y no intenté nunca nada más.
Por sí mismo.
Quizá porque ignoro quién me lleva es que tejo con palabras el ser que soy en algunas circunstancias. Y de esas algunas, lectores y oyentes leen y hablan y parece que así también se construye el mundo. Y no son mundos iguales. Unos leen de la letra impresa, otros de servilletas y otros me escuchan decir y están presentes.
Entonces, todo lo que soy mientras no tejo con palabras es un tesoro que no quiero perderme y es ahí cuando apuesto por la Música, sin la cual sería invisible el mundo.

A veces, leyendo a algunos escritores me digo que no hay por qué satisfacer la demanda bestial de querer comprenderlo todo. Un escritor por sí mismo es el género que más satisface a las bestias de la curiosidad de lectores o al chusmerío inacabable de los oyentes y al monstruo del sueño de los escritores que quieren ordenar el mundo y olvidan que la tarea de un poeta es dejar que siga girando.
En lugar de contarles fábulas y apuestas sobre el que creo ser, prefiero que mis poemas, como esas cartas de Vincent, les hagan pensar que escribir poemas tiene una felicidad que le es propia sea cual sea el drama que descubra y, si al leer, se les ocurre cantar o hacer algo que valga la pena y que les impida ser menos malos habrá gente que seguirá creyendo en este oficio y que autorretratos y por sí mismos, en el fondo, sólo sirven para confiar que quien no hechiza es una buena persona.
Lo cual, no siempre es cierto.
De ahí la biografía, pero todavía no me he muerto.

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