Se me ha perdido una niña
En el fondo del jardín
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Me iré llorando distancias,
muerto de silencio y duda,
a buscarme cuando niño
por un camino de brumas.
El muchacho en la pizarra
dos corazones dibuja;
y unas trenzas presumidas,
entre campánulas fugan.
Yo me llamaba Raúl,
hijo mío y ven criatura:
estaban tus manos, madre,
acariciando mi angustia.
¡Ay, de la falda y el trino
y esta nada tan profunda!
(...los azahares del silencio
mueren de amor por la luna).
De Se me ha perdido una niña, Ed. La Carpa, Tucumán, 1952.
EN EL TIEMPO LABRADOR
Yo que ansío viajar eternamente
y eternamente sin partir me veo,
pensando en mi pasado y mi presente.
El niño en que viví y lo que leo,
son los suaves amparos de estos días
y la justa riqueza que poseo.
Honrado por la vida es sólo mía,
la principal labranza del decoro
plenándome de sombras y alegrías.
Es áspera herramienta que valoro
por ser grave de temple y soberana
y a la vez, común e íntimo tesoro.
Yo siento al renacer cada mañana
que la luz inmemorial en su camino
es una flor reciente y ya lejana,
que en el antiguo andar donde trajino
debieran ser amor los sinsabores;
que conozco desde mucho mi destino.
Y no tengo otro haber que estos amores;
este anhelar de verlo compartido
al cielo terrenal de las labores.
Y porque así lo pienso convencido
que es aquí donde sigue derrotado
bajo siglos de cielo prometido,
qué horrible daño, qué inmenso pecado,
yo puedo cometer, si lo que espero
es verlo en este mundo liberado !
Viviendo solamente porque quiero
que el rumbo de la luz por donde sigo
me deje en ese mundo verdadero,
aquí en la noche de mi patria digo
cómo fueron mis tiempos habitados,
y aseguro y me tengo por testigo
yo seré nada más que lo cantado.
De EN EL TIEMPO LABRADOR. Ob. Cit. Jujuy 1966.