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Alimentos “larga vida”: ¿Qué tan saludables son?

Con la modificación del Código Alimentario Argentino, por parte de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), desde hace unas semanas en nuestro país, la industria alimentaria puede someter a “ondas ionizantes” a muchos productos permitiendo una mayor durabilidad aún fuera de la heladera.

Con la publicación en el Boletín Oficial de la Nación hace sólo dos semanas, los argentinos podremos acceder a cortes de carnes que pueden durar meses fuera de cualquier fuente de refrigeración, o a verduras que se mantendrán frescas y brillantes por mucho más tiempo del que estamos acostumbrados. Ante este nuevo panorama, en “Saludarte” se le consultó a Evelyn Pereyra, Licenciada en Nutrición (MP. 146) sobre qué tan seguros, saludables y nutritivos llegan a ser estos productos bajo esta nueva forma de industrialización.

Pereyra explicó que “irradiar los alimentos es lo que se conoce como ‘pasteurización fría’ o ‘ionización’ y justamente es dar ondas electromagnéticas (rayos gamma) a los alimentos y esto beneficia a la industria pero pudiendo perjudicar al consumidor, al largo plazo”. La industria lo hace para aumentar el tiempo útil del alimento, para evitar que se broten los tubérculos, los bulbos (papas, cebollas). “Nosotros vemos que aquí se siguen vendiendo cebollas brotada o papas pero en otros lados del mundo se usa mucho para que esto no ocurra. Lo que también hace es matar algunos microrganismos para evitar el deterioro temprano de un alimento”.

“Si bien esta radiación parece inofensiva, el hecho de brindar estas ondas radioactivas hace que se modifique el ADN de estos alimentos por eso ocurre que muchas veces vemos que las frutas están cada vez más desabridas, las verduras no tienen el mismo aroma que antes o el sabor o la textura”. Además, se empiezan a generar otros componentes dentro del mismo producto ionizado. “En el caso de las grasas, empiezan a aparecer ácidos grasos nuevos que no existen de manera natural y se tratan de elementos más inestables, se oxidan más rápido por lo que si los consumimos todo el tiempo pueden llegar a ser perjudiciales” dado a que nuestro organismo no está acostumbrado a estos.

Al oxidarse más rápido las grasas, se transforman en un componen que aumenta el envejecimiento celular de esa persona que los consume y también se pierden vitaminas, minerales -como la vitamina E y C-, no sólo en el proceso de irradiación (un 25% sólo en el proceso de ionización, para el caso de la C) sino que también en el proceso de conservación y si se le da alguna cocción este porcentaje crece. “Así, al momento de ingerirlo prácticamente está libre de ese componente nutricional y pasa a ser un alimento con calorías vacías. Por eso es importante recalcar, cuanto menos industrializado esté un alimento, menos agroquímicos o cualquier proceso físico-químico se haga sobre ese producto, mejor va llegar esa vitamina a nosotros”, explicó la nutricionista.

Al consultarle sobre posibles beneficios, la Lic. Pereyra resaltó que si bien este procedimiento permite la esterilización de parásitos, como Trichinella spiralis en carne de cerdo, logrando la interrupción de su ciclo vital en el hombre para impedir la triquinosis, existen virus o bacterias a las cuales no las afecta. Tal es el caso de la bacteria Clostridium botulinum, causante de botulismo. Además, “hoy sabemos que algunos organismos celulares mutan y se vuelven resistentes a diversos métodos que antes permitían su total eliminación por lo cual hay que considerar que si bien en la actualidad, a bajas dosis de rayos gamma se los erradica, más adelante puede que sea necesario ir aumentando la exposición cuando se vuelvan resistentes”.

Hasta hace un tiempo este proceso sólo se hacía sobre los condimentos, ahora se sumaron frutas, verduras y carnes. “Cada día serán más los productos que vamos a ingerir con esta característica”. Si bien no hay estudios suficientes que determinen que sean nocivos para la salud, lo que se desconoce es qué sucede a largo plazo y en grandes cantidades, “quizás el hecho de acumular productos irradiados puede que no sea saludable porque ya no hablamos de sólo un grupo sino de casi todos”, concluyó la profesional.

Con esta modificación en el Código Alimentario Argentino se permite la irradiación de ocho categorías de alimentos, según su publicación en el Boletín Oficial de la Nación: los bulbos, tubérculos y raíces; frutas y vegetales frescos; cereales y sus harinas, legumbres, semillas, oleaginosas, frutas secas; vegetales y frutas desecadas, hierbas secas y tés de hierbas; hongos de cultivo comestible; pescados y mariscos; aves, carne bovina, porcina y caprina y alimentos de origen animal desecados.

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