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El municipio rechazó la habilitación del casino de calle Alvear

Las obras en el lujoso edificio de máquinas tragamonedas continúan su puesta a punto. Cualquiera que observe las instalaciones desde la vereda diría que la apertura del Casino es inminente.

Sin embargo, el rechazo no sólo es social. Las autoridades tanto del estado provincial como del municipio han señalado numerosos obstáculos administrativos para la apertura de la sala, pese al avance de los empresarios.

Las resoluciones emitidas por el Banco de Acción Social durante la gestión Fellner están cuestionadas y su legalidad está siendo revisada por la Cámara de Diputados de la provincia.

El municipio, por su parte, ya se ha pronunciado en contra de la apertura del nuevo Casino, cuestionando los permisos que ha obtenido hasta el momento.

Lo confirmó el propio intendente Raúl Jorge, quien adelantó la posición del municipio en Radio 2.

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Por otro lado, la Cámara de diputados se toma todo el tiempo del que dispone según la ley para emitir una resolución al respecto. El objetivo es claro: impedir el funcionamiento del Casino sin que esto genere una demanda millonaria en contra del Estado.

Los empresarios, sin embargo, avanzan con la intención de abrir las puertas pese a la condena social.

¿Por qué la fastuosa sala de juegos provoca tanto rechazo? Se encuentra ubicada en pleno microcentro, junto a cinco cajeros automáticos y en medio de la zona bancaria de la Capital jujeña.

Su instalación fue autorizada con el pretexto de una reubicación del viejo casino que funcionaba sobre calle Belgrano. Sin embargo, la nueva sala aumenta en forma drástica la cantidad de máquinas tragamonedas y las dimensiones del casino.

El fantasma de la ludopatía sobrevuela el descontrol legal que se observó a partir de la desmesura que muestra el flamante casino.

Por ahora, sus puertas permanecen cerradas. El rechazo social es prácticamente unánime. Mientras, la política estudia cómo sacarse el problema de encima, sin generar un juicio millonario, que caiga en las espaldas de los contribuyentes jujeños por la voracidad de empresarios cuyo único objetivo parece ser el de lucrar con una enfermedad mental.

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