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“El Potro” Rodrigo en el recuerdo del cuartetazo y el fútbol

No en vano entre tus letras del tema “Soy cordobés” ilustrabas a los clubes de tu fútbol cuando decías: “Soy de Alta Córdoba, donde está “La Gloria”, o en Jardín Espinoza a Talleres tú lo ves, y si querés, yo te llevo para Alberdi, donde están los celestes… mi “Pirata” cordobéeeeesss…”

La verdad que tenía un aura que lo hacía especial, un carisma que contagiaba cualquier ámbito, una picardía que – como todo cordobés – animaba su entorno.

Me acuerdo cuando la “malaria” (gracias a Menem) pegó en las provincias del interior, Jujuy no fue la excepción, por lo que muchos de nosotros nos tuvimos que ir rumbo a Capital Federal, buscando sobrevivir, trabajando de lo que fuera. El desarraigo fue siniestro, ya que fueron tiempos durísimos de trabajo duro, mientras en las noches extrañábamos el almacén del barrio, los muchachos de la esquina  y sobre todo los fines de semana para ir a jugar al fútbol.

Pero tuvimos algunos consuelos, como hacerme amigo de otros provincianos, algún uruguayo, quienes conformamos un grupo de amigos en alguna pensión para poder sobrellevar la soledad y nuestros afectos distantes.

Me acuerdo que vivía en Boedo, en dónde me hice amigos de la barra de “La Buteler”, una facción poderosa de la hinchada de San Lorenzo, aunque también tenía amigos de Nueva Chicago que te insinuaban temor. Sin embargo, tratarlos personalmente era diferente ya que eran muchachos “macanudos” quienes te saludaban a la voz de ¡hola jujeño! ¿Qué tal Gimnasia y Esgrima loco?

Lo cierto es que “pegué” onda con algunos compañeros de la pensión  y en esas tardes de fútbol en un parque, nos juntamos luego en la vereda un día sábado, hasta que a alguien se le ocurrió –luego de unos tragos– salir a bailar. ¡Bueno! Dijimos. Total, yo solo tenía el bolsito futbolero y estaba de “vaquerito” y remera como para salir a la propuesta de los demás. ¿Y dónde vamos? pregunté. ¡Vamos a Fantástico, un boliche de barrio Once! Actuaba Miguel “Conejito” Alejandro y “La Bomba” tucumana, entre otros. Finalmente se presentaría el “Bebote” cordobés, decía la cartelera. Hasta que miré bien y el cartel decía: Rodrigo Bueno, para algunos conocido como “El Potro”.

La verdad es que nos divertimos un montón, hasta que llegaba el momento final cuando se presentó el “Potro”, con su pelo enrulado, sus ojos claros, quien había tenido que ingresar al boliche metido en un cajón para llevar instrumento, ya que su pinta deleitaba a sus fans y los que recién comenzaban a conocerlo.

¡No sabes lo que fue cuando las trompetas y el timbal empezaron a escucharse en el recinto! La explosión fue como si fuese una cancha de fútbol. ¡Imaginate! Miles de voces cantando: “ya va llegando la música que puede, ¡somos la yerba que nunca muereeee!

¡Que decirte “Potro querido” cuando te descubrí y te seguí hasta la fatídica jornada en la que te fuiste de viaje al cielo celeste, como la camiseta de tu viejo y querido Belgrano de Córdoba.
 
Es ahí en donde me gustaría hacer un punto, ya que el fútbol y el cuartetazo (más el fernet) eran parte de esa alegría y el brío de aquellas canchas que los jujeños ya conocíamos.

No en vano entre tus letras del tema “Soy cordobés” ilustrabas a los clubes de tu fútbol cuando decías: “Soy de Alta Córdoba, donde está “La Gloria”, o en Jardín Espinoza a Talleres tú lo ves, y si querés, yo te llevo para Alberdi, donde están los celestes… mi “Pirata” cordobéeeeesss…”

¡Qué personaje el Potro! Ya que el ritmo y el fútbol nos asoció en esa noche majestuosa de cuartetazo y del fútbol, que leí entre tus letras, haciéndome un socio más en tu club de “fans”.

Paso a contarles amigos del fútbol, que cuando volví a Jujuy, un poco más aliviado económicamente, me junté con gente del fútbol, por ejemplo de Zapla, de quien siempre fui hincha, pero también de Cuyaya, por la afinidad que tenía con mi compadre “Richard”, que era fanático del “bandeño”.

Pero dio la casualidad que juntándonos con la facción de Gimnasia  y Esgrima, “Los Marginados”, “Lobo Sur”, liderada por “el Beto” Cardozo, fue que nos juntamos en una jornada de Primera División entre Gimnasia y Belgrano de Córdoba.

Lo cierto es que la cita fue en la Avenida Almirante Brown, en un antigua peña, más conocida como “La peña de los hermanos Caballero”, que para entonces, ya no existía.

Ahí estaba el “loco Tito”, líder de la hinchada de Belgrano, lucía una camisa vaquera celeste, con varias cadenitas de oro en el cuello, como así también en las muñecas. ¡Parecía Escobar Gaviria, el “Patrón del Mal!

No me acuerdo de quien fue el comentario, pero lo cierto, es que  uno de los jujeños deslizó un comentario: “che, esta noche el Potro Rodrigo se presenta en un boliche de la zona sur de la ciudad”.

El “Loco Tito” preguntó: ¿cómo,  el “Ro” está en Jujuy? “Averiguame che, en que hotel está”, le ordenó a uno de sus secuaces. Al instante lo hablaron  al hotel en donde estaba hospedado, hasta que le pasaron con el “capo” de hinchada de Belgrano.

¡Qué hacé´ “Ro”! –dijo el líder de la barra-  me dijeron los amigos de la hinchada de Gimnasia de Jujuy, que estabas aquí en la ciudad! Che, los vagos te quieren conocer, te doy la dirección y venís al asado a saludar? Bueno listo, te esperamos…”

Confieso que prácticamente descreía que el “Potro” iba a llegar, cuando a la media hora, yo que estaba al lado de una ventana que daba a la avenida, vi cuando bajó de un taxi, un flaco de vaquero, con un cangurito y su capa bien puesta para que nadie lo reconociera.

¡Imaginate, verlo después de tantos años, ganándome la vida en Buenos Aires y de repente tenerlo frente a frente comiendo un asado!

Recuerdo que me saludó, con un apretón de manos que compartió con todos nosotros, mientras se sentó a comer por un rato el asado entre los hinchas de Gimnasia y Belgrano de Córdoba.

Por eso es que cuando me hablaban de su fanatismo por Belgrano, de su proximidad con “la barra brava de los piratas” y sobre todo de su humildad, entendí verdaderamente la simpleza de los grandes.

Como decía en una de sus canciones: “¿Cómo olvidarla, si se llevó lo mejor de mi vida lo mejor? No, no, no me olvido no, no me olvido no , no me olvido, no!

Esa tarde de asado compartido con el gran “Potro” Rodrigo, no lo olvidaré jamás como cuando te ví por primera vez en un  boliche de Buenos Aires. Por eso te seguí í hasta el final y te seguiré hasta siempre, porque nadie te puede olvidar.

“El Potro” Rodrigo con su alegría, las trompetas, el acordeón y los timbales, me traen todavía este recuerdo de fútbol y de un muchacho de barrio, como vos y yo.

Porque ciertamente, él era “de la ciudad de las mujeres más lindas, del fernet y de la birra, madrugadas sin par, soy cordobés”, cantaba – “y ando sin documentos, porque llevo el acento, de Córdoba Capiiiitaaallll”.

 

El Poeta del Fútbol

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