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El parque nacional "El Leoncito",con el cielo más diáfano del mundo

El Parque Nacional El Leoncito, situado a 2.552 metros sobre la superficie del mar, goza de uno de los cielos más puros y tranquilos del orbe. Tiene al menos 300 noches despejadas por año, poco viento y muy baja humedad, de ahí que haya reunido las condiciones astronómicas ideales para ser convertido en la principal ventana argentina al cosmos.

(Télam)

Alojado en los faldeos de la Sierra del Tontal, a pocas horas de las ciudades de San Juan y Mendoza, se emplazó allí de forma estratégica el Centro Astronómico El Leoncito (Calseo), donde más de 80 científicos nacionales y extranjeros hacen uso de sus instalaciones, entre ellas, del cuarto telescopio más imponente del hemisferio sur.

La Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación, propietaria del Calseo, no sólo adquirió una gran porción del desierto sanjuanino para dedicarlo enteramente al observatorio, sino que logró que la provincia promulgase en 1989 la ley de protección del cielo, para evitar la contaminación lumínica de barrios y zonas de vivienda cercanos.

Asimismo, para proteger el ecosistema terrestre y revertir los procesos erosivos, confió a Administración de Parques Nacionales (APN) las 76.000 hectáreas del Calseo y, en octubre de 2002, nació así la Reserva Natural Estricta El Leoncito, que se convirtió en el 27° parque nacional del país y el primero en reconocer como misión fundamental la protección del cielo.

De clima frío seco en la zona alta y subtropical seco en la baja, con una temperatura media de 26° y máxima de 35° en verano, y una media de 10° con mínima de 6° bajo cero en invierno, la región se caracteriza por su gran amplitud térmica y un altísimo índice de heliofanía, que permite una mirada diáfana hacia el cielo.

Pero no fue hasta la protección de la APN que los cielos del parque se vieron de esa forma y que El Leoncito pudo sumar tres eco-regiones a su catálogo: la del Monte de Sierras y Bolsones, la de la Puna y la de los Altos Andes.

En su patrimonio se incluyen dos especies vegetales exclusivas de la zona, bautizadas por los botánicos con los nombres de Mulinum Etchegarayi y Trichocline cinerea, además de especies en extinción, como el retamo y el suri cordillerano; mientras que en su fauna se cuentan importantes cantidades de guanacos, cóndores, pumas, agachonas, zorros colorados, comesebos, chinchillones, cuises y tuco-tucos.


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