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Trump analiza recortar la cantidad de refugiados en Estados Unidos

La Casa Blanca considera el recorte de un programa que tienen décadas de antigüedad y que cada año admite a decenas de personas que huyen de la guerra, la persecución y el hambre.

La Casa Blanca está considerando un plan que prohibiría en la práctica que refugiados de gran parte del mundo se establezcan en Estados Unidos, mediante el recorte de un programa que tiene décadas de antigüedad y que cada año admite a decenas de miles de personas que huyen de la guerra, la persecución y el hambre, según funcionarios del gobierno actual y gobiernos anteriores.

En las últimas semanas, durante reuniones, un alto funcionario propuso eliminar el programa, pero no la autoridad del presidente de admitir refugiados en casos de emergencia. Otra opción que los altos funcionarios están sopesando es un recorte de la mitad o más a las admisiones de refugiados, para que se acepte a entre diez mil y quince mil personas, pero la mayoría de esos lugares quedarían reservados para un puñado de países o grupos cuidadosamente seleccionados y que cuenten con un estado especial, como iraquíes y afganos que trabajen con las tropas estadounidenses, diplomáticos y operadores de inteligencia en el extranjero.

Ambas opciones prácticamente pondrían fin al estatus de Estados Unidos como líder en la aceptación de refugiados de todo el mundo.

Se espera que este tema llegue a su punto crítico el 10 de septiembre, fecha en que funcionarios de la Casa Blanca planean acordar una reunión de alto nivel para debatir la cantidad límite de refugiados que el presidente estadounidense, Donald Trump, debería aceptar anualmente y a partir del año próximo.

"En un momento en el cual la cantidad de refugiados se encuentra en un máximo histórico, Estados Unidos ha abandonado el liderazgo mundial en el reasentamiento de personas vulnerables en necesidad de protección", explicó Eric Schwartz, presidente de Refugees International. "El resultado es un mundo que es menos compasivo y menos capaz de lidiar con futuros desafíos humanitarios".

Durante dos años, Stephen Miller, el principal asesor en materia migratoria de Trump, ha usado su influencia considerable en el Ala Oeste para reducir el límite de refugiados a su nivel más bajo en la historia, pues el máximo número de personas aceptadas este año fue de treinta mil refugiados. Se trata de un recorte de más del 70 por ciento del nivel que tenía cuando el presidente Barack Obama dejó el cargo.

John Zadrozny, un alto funcionario del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS), se ha mostrado a favor de reducir el límite a cero, postura que dio a conocer originalmente Politico. Otros han sugerido otorgar "lugares" a ciertos países o poblaciones, como la iraquí y la afgana, cuyo trabajo para ayudar al gobierno estadounidense pone a sus integrantes y sus familias en riesgo, lo que les convierte en candidatos para un estado especial que les permite el ingreso a Estados Unidos mediante el programa de refugiados.

Los defensores dentro y fuera del gobierno del programa de refugiados que está próximo a cumplir cuarenta años de existencia temen que esto acabaría en la práctica con la operación del programa y que haría imposible reasentar incluso a esas poblaciones tan limitadas.

"Retirar la protección de manera repentina a los refugiados, así como el programa de reasentamiento, como se informó, es injusto, inhumano y un desacierto estratégico para Estados Unidos", comentó Nazanin Ash, vicepresidenta de políticas mundiales y defensoría del Comité Internacional de Rescate. "Este es un programa que está reservado para los refugiados más vulnerables y es vital para ellos".

Ahora, los grupos de defensoría dicen que el destino del programa depende cada vez más de una figura improbable: Mark Esper, el secretario de Defensa de Estados Unidos.

Esper, quien tiene escasamente dos meses en el puesto como director del Pentágono, y anteriormente era cabildero y ejecutivo de contratación de defensa, es la voz más reciente en la mesa del debate anual sobre cuántos refugiados se admitirán. Sin embargo, aunque el predecesor de Esper, Jim Mattis, había asumido la causa de los refugiados casi con un celo misionero y se negó en repetidas ocasiones a aceptar recortes importantes debido al posible efecto que etendría en los intereses militares estadounidenses en todo el mundo, se desconoce la postura del nuevo secretario de Defensa al respecto.

El alto mando militar en el Departamento de Defensa ha presionado de manera insistente a Esper para que siga el ejemplo de su predecesor y abogue por el programa de refugiados, según personas familiarizadas con los debates que se han llevado a cabo en el Pentágono.

No obstante, altos mandos actuales y anteriores del ejército mencionaron que el secretario de Defensa no les había divulgado si lucharía para que se aceptaran más refugiados en la reunión de la Casa Blanca del 10 de septiembre. Un general retirado dijo que Esper estaba en una postura "protegida por trincheras", un término militar que describe los esfuerzos de la infantería para permanecer protegidos u ocultos del fuego enemigo.

Un alto funcionario del Departamento de Defensa mencionó que Esper todavía no definía cuál sería su recomendación para el programa de refugiados de este año. En consecuencia, un poderoso grupo de generales retirados y grupos de asistencia humanitaria ha desplegado un enorme esfuerzo para convencer a Esper de retomar la postura de Mattis.

En una carta dirigida a Trump el 4 de septiembre, algunos de los funcionarios jubilados del ejército más destacados del país suplicaron al presidente que reconsiderara los recortes al usar el argumento de seguridad nacional que Mattis esgrimió cuando estaba en el Pentágono. Dijeron que el programa de refugiados era un "salvavidas crítico" para la gente que ayudaba a las tropas estadounidenses, los diplomáticos y los funcionarios de inteligencia en el extranjero y advirtieron que al recortarlo se corría el riesgo de que hubiera mayor inestabilidad y conflicto.

"Lo exhortamos a proteger este programa crítico y a garantizar que la meta de admisiones de refugiados sea sólida, de conformidad con los precedentes que tienen décadas de antigüedad y de manera proporcional con las necesidades mundiales urgentes de hoy", escribieron los firmantes del ejército, entre quienes se encontraban el almirante William McRaven, el excomandante de Operaciones Especiales de Estados Unidos; el general Martin Dempsey, expresidente del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, y el teniente general Mark P. Hertling, excomandante general de las Fuerzas Armadas en Europa.

Los firmantes afirmaron que incluso el límite actual de treinta mil refugiados estaba "dejando a miles de personas indefensas".

El general Joseph Votel, quien se jubiló este año tras supervisar el comando del ejército estadounidense que dirige operaciones en el Medio Oriente, también firmó la misiva. En una entrevista, hizo notar que los flujos de refugiados que abandonan países asolados por la guerra como Siria son una de las fuerzas que motivan la inestabilidad en la región.

"No hacemos nada solos", dijo Votel sobre las operaciones del ejército estadounidense en el extranjero, que por lo general reciben ayuda de ciudadanos iraquíes que se convierten en refugiados perseguidos. "Este no solo es el precio que pagamos, sino una obligación", agregó.

En privado, Mattis recurrió a los mismos argumentos en 2018 y 2019 mientras trataba de repeler los esfuerzos de Miller para disminuir el límite de refugiados, que ya se había reducido a cincuenta mil con la prohibición de viaje que Trump emitió mediante una orden ejecutiva.

Con el apoyo del entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, y Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos para las Naciones Unidas en aquella época, Mattis logró mantener el límite en 45.000 personas para 2018. El año siguiente, Miller trató de convencer a Mattis para que aceptara una cantidad inferior con la promesa de que el programa no afectaría a los iraquíes y los afganos. No obstante, Mattis se negó y presionó para que el límite del programa continuara siendo de 45.000 refugiados. Pero una vez que Tillerson se fue, Miller logró convencer al presidente de disminuir el límite a 30.000 refugiados.

En su anuncio del año pasado, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, argumentó que, debido a un reciente auge en los solicitantes de asilo en la frontera suroeste, había menos necesidad de que Estados Unidos aceptara refugiados provenientes de otros países.

"El límite de personas refugiadas de este año refleja el aumento importante en el número de solicitantes de asilo a nuestro país, lo cual ocasiona un retraso masivo de los casos pendientes de asilo y un mayor gasto público", declaró Pompeo en aquel entonces.

Ahora, un año después, Miller y sus aliados han argumentado lo mismo una y otra vez para instar a que la cantidad de refugiados se reduzca todavía más.

Barbara Strack, quien se jubiló el año pasado como directora de la División de Asuntos Relacionados con los Refugiados en el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, una oficina de nivel federal, mencionó que Estados Unidos solía ser un modelo para otros países al aceptar refugiados de todo el planeta. Después de que Estados Unidos comenzó a aceptar refugiados butaneses de Nepal, dijo la funcionaria, otros países siguieron el ejemplo.

"Con mucha frecuencia, ese liderazgo importa", comentó. "Eso es algo que sencillamente se ha perdido en términos de quién es Estados Unidos en el mundo y cómo nos ven otros gobiernos", concluyó.

Fuente: The New York Times

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