ANTONIO LAS HERAS
El otoño es cómplice de un instante, disparador sublime de un sueño de amor, así lo expresa el yo lírico del poema.
SUEÑO PENSADO
ES otoño. Las hojas, apenas, sangrientas.
Atardece este sábado. Está fresco y hay viento.
El sol se pone entre los troncos. Pájaros vuelan.
Ciertos gorjeos definidos.
La casa en un lugar del bosque. A través de la ventana,
esparcidos verdes. Cielo y nubes blancas.
Encediste el fuego de la chimenea con maderas cortadas
durante el verano. Lo hiciste con tu prolijidad de siempre.
Desde la alfombra –donde estoy acurrucada-
te miro y espero, mansamente.
Unos reflejos del poniente destacan la piel de tu espalda.
Dejaste el atizador y estás mirándome. De pie.
Vas acercándote.
Tu mano acaricia mi cabeza
Siento la eternidad.
Tiemblo.
De Humanidad pura.
* *
RAINER MARÍA RILKE
Señor: es hora. Largo fue el verano.
Pon tu sombra en los relojes solares,
y suelta los vientos por las llanuras.
Haz que sazonen los últimos frutos;
concédeles dos días más del sur,
úrgeles a su madurez y mete
en el vino espeso el postrer dulzor.
No hará casa el que ahora no la tiene,
el que ahora está solo lo estará siempre,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto como el rodar de las hojas.